Antes de explicar por qué no va a funcionar la reforma laboral, es necesario entender cuál ha sido la intención del gobierno al promulgar dicha norma.
Uno de los fundamentos de la nueva reforma laboral consiste en el abaratamiento del despido. El gobierno, al promulgar dicha norma, pretendía hacer más atractiva la creación de empresas, para que los empresarios asumieran menos costes si la cosa iba mal y tenían que echar a gente o incluso cerrar la empresa. Supuestamente con ello las empresas, es decir, los empresarios, tendrían una mayor confianza para contratar gente, a sabiendas de que echarlos les iba a salir baratísimo o incluso gratis. Y con todo este tema, la creación de empresas y, por tanto, de puestos de trabajo, empezaría a funcionar después de algunos meses de la entrada en vigor de la citada reforma.
¿Por qué entonces no va a funcionar?
Pues por una razón muy sencilla de entender cuya explicación voy a descomponer en cinco puntos.
- El abaratamiento del coste del despido y la posibilidad de contratar trabajadores pagándoles menos, aunque para los empresarios sea a priori positivo, para los trabajadores resulta nefasto, porque crea en ellos una sensación de incertidumbre tremenda.
- En este país, la gran mayoría de la población activa está compuesta de trabajadores por cuenta ajena, osea, las víctimas del nuevo panorama de incertidumbre laboral que nos trae la reforma.
- Cuanto más se pretenda aumentar la confianza de los empresarios e inversores a base de recortar los derechos de los trabajadores, más aumentará la desconfianza de éstos que, no lo olvidemos, son el gran porcentaje de la población.
- Si los trabajadores tienen poca confianza en su futuro laboral, consumirán menos. El consumo es la auténtica clave del éxito para que una sociedad genere empresas y, por tanto, puestos de trabajo.
- Al consumir menos, las empresas facturarán menos productos y servicios, y, por muy barato que sea el despido y la mano de obra, al final nadie querrá crear empresas porque el panorama para consumir, y por tanto, vender, será muy incierto. Es lo que estamos viendo ya, pero que parece que la mayoría no aciertan a interpretar, a juzgar por los resultados electorales y la calma general.
Lo he simplificado mucho, omitiendo cuestiones como las del acceso al crédito, por ejemplo, que tampoco es que haya aumentado mucho tras la reforma laboral. De todas maneras, la gente se corta más a la hora de pedir un crédito y los bancos se lo piensan mucho más a la hora de concederlo. Y recortar los derechos de los trabajadores no parece que mejore esta situación sino que, como hemos visto, la empeora aún más.
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