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martes, 9 de febrero de 2016

Truco para mejorar tus fotos en Android e IOS con Snapseed

Hoy os traigo un sencillo truco para editar vuestras fotos en el móvil o tablet, válido tanto para Android como para IOS, puesto que la aplicación que vamos a utilizar está disponible en ambas plataformas. Me refiero a Snapseed, que podéis instalar gratuitamente tanto de la Play Store (Android) como de la App Store (IOS). El procedimiento resumido es aplicar el filtro HDR que trae Snapseed y bajarle un poco el brillo. 

Para los que estén un poco verdes en el uso de este tipo de aplicaciones, paso a paso es así:

- Abrimos Snapseed


- Pulsamos en el icono con forma de móvil "Abrir foto"


- Seleccionamos la foto que queramos editar. (Nota mental para novatísimos tecnológicos: primero hemos tenido que hacer la foto de manera normal). Por defecto aparecerán las imágenes más recientes, podéis navegar por las imagenes de la galería, debéis pulsar en las líneas horizontales paralelas de la esquina superior izquierda, para desplegar el menú, y seleccionar Galería. También podéis seleccionar Imágenes o Descargas o el lugar donde se encuentre la foto que queréis editar.



- Buscamos la foto que queremos editar y pulsamos sobre ella. Se abrirá la pantalla de edición.


- Pulsamos en el círculo con un lápiz dentro que hay en la esquina inferior derecha.


- Desplazamos la pantalla hacia arriba hasta encontrar, en el apartado Filtros, el icono etiquetado como "Paisaje HDR". Al pulsar sobre él, vemos que nuestra imagen ha cambiado. Veréis que las zonas que estaban más oscuras se han aclarado, dando uniformidad de luz a la foto en general. Es probable que apreciéis detalles que antes no se veían.


- La intensidad del filtro que se aplica automáticamente es del 50%, que puede que os parezca bien, pero podéis jugar con este valor deslizando el dedo a izquierda y derecha sobre la foto. El valor 0% es sin aplicar el filtro y el 100% la máxima intensidad.


- El toque "chulo" está en combinar el efecto HDR con el brillo de la foto. Si deslizamos el dedo sobre la foto arriba y abajo veremos que podemos seleccionar los valores "Brillo" y "Saturación". Seleccionamos "Brillo" y lo bajamos hasta conseguir el efecto deseado. Los valores de brillo se cambian al igual que el de HDR, deslizando el dedo sobre la foto a ambos lados. Yo suelo bajarlo un 30 o 40%, depende de la foto. La saturación, salvo casos aislados, no suelo tocarla.


- Una vez hemos terminado, pulsamos en el icono parecido a una V de la esquina inferior derecha para finalizar los cambios.

- Luego pulsamos en Guardar (arriba hacia la derecha) con lo que guardamos una copia editada de la foto original, es decir, la original la seguimos conservando y además tenemos la foto editada, que podemos encontrar en la galería, junto con el resto. En algunos móviles la encontraréis en una carpeta nueva que el programa crea llamada Snapseed.


¡Pues ya hemos editao!

Para que aprecéis mejor el antes y el después, os pongo el original y el editado:



¿Habéis visto lo bonita que queda? Con otra versión que hice (con distintos valores de HDR y brillo) quedó también tan espectacular que Disfruta Sevilla no se cortó un pelo en plagiarme (aquí también y no es la única), aunque aún no tengo muy claro si indignarme o sentirme orgulloso.

Y para que podáis apreciar mejor las diferencias, os dejo algunos ejemplos editados utilizando la misma técnica, con su antes y su después. Ya vosotros juzgáis.










Sí debo advertiros que este tipo de edición no va nada bien en escenas nocturnas o con poca luz ni tampoco en retratos de personas, por lo que he podido observar hasta el momento. Donde se suelen conseguir mejores resultados es en paisajes con cielo y nubes.

Ni que decir tiene que Snapseed es un potentísimo y fácil editor marca Google que nos sirve para un montón de cosas más. Lo que más suelo usar, aparte de este "truco", es el recorte y la alineación de la foto. Una vez las tengo listas, ya no necesito usar ninguno de los filtros de Eyeem o Instagram. No es que sea muy profesional ni, digamos, técnicamente correcto, pero es sencillo, rápido y a veces se consiguen resultados sorprendentes.

Descargar Snapseed

lunes, 8 de febrero de 2016

Democracia, pese a todo

Título muermo donde los haya. Seguro que habrá espantao a más de uno pensando que me dispongo a largar otro tocho infumable sobre derechos sociales, democracia, política, etc. Una sesuda reflexión, con numerosas referencias literarias y periodísticas, que desgrane la ineludible necesidad de evolucionar en nuestro sistema democrático y bla bla bla. Pero no voy a hablar de eso. No.

El próximo domingo este blog cumple diez años. Llevo con el dominio puesto en venta desde antes que comenzara la crisis, y todavía no he recibido una puta oferta. Cada año, religiosamente, pago la cuota de renovación y de vez en cuando publico algo que ni mis conocidos leen, salvo la opinión sobre Costco, que en mala hora se me ocurrió meterme en aquel berengenal porque he recibido todo tipo de insultos y descalificaciones vía comentarios (muchos de ellos directamente a la papelera).

¿Y qué he sacado yo de esto en diez años? Pues sencillamente nada, y ya va siendo hora de que esto cambie, así que aprovechando que no me lee nadie, voy a escribir sobre las mierdas entre las que me debato interiormente, y que ya, si todavía continúas leyendo, te puedes saltar porque de seguro que te aburrirán tremendamente. Pero oye, algún beneficio tendré que sacarle a esto, aunque sea psicoterapéutico, o para aclararme las dudas y dilemas que tengo, que no es moco de pavo.

Y uno de esos dilemas es el siguiente... Por un lado, soy muy demócrata y democracia ante todo y patatín patatán. Democracia directa, democracia participativa, que el pueblo elija, que el pueblo decida en tiempo real sobre su futuro, que participe en la elaboración y aprobación de nuestras normas, y un partido que avance en el camino de desarrollar todo tipo de procedimientos para dar cada vez más margen de participación al pueblo, especialmente aprovechando el desarrollo de las comunicaciones y las nuevas tecnologías, cosa que nunca antes había existido. Nos encontramos en un momento histórico para hacer un tipo de política nunca vista hasta ahora, más allá de las derechas y las izquierdas, para empezar a construirla, poco a poco, e ir ampliando parcelas para esa verdadera democracia en la que todos podamos tener voz y voto sobre las cuestiones que nos afectan a todos como sociedad.

Y por otro lado... Pienso en los resultados electorales y lo primero que se me viene a la cabeza es que la mayoría de la gente en este país es idiota. Y teniendo en cuenta estas dos cuestiones, la pregunta es clara ¿por qué queremos más democracia cuando la mayoría de los ciudadanos ha demostrado que no está preparada para poder decidir sobre su futuro?

Esta pregunta pone de manifiesto una evidente contradicción sobre la que apenas he querido pasar, en mis pensamientos, porque me suponía un problema que no podía resolver. Compatibilizar mi tendencia a una sociedad más democrática, más independiente de partidos de uno u otro signo, más independiente de los grupos de poder económico y, presumiblemente, más justa y ecuánime.

Luego, pensando sobre mi conclusión sobre el nivel de inteligencia de la mayoría ciudadana, y volviendo a sopesar, en un ejercicio de empatía, los factores que a esa mayoría le puede llevar a votar a partidos corruptos que se están cargando España, se me ocurre que quizás ese bajo nivel de comprensión no sea la única de las causas, sino que quizás el miedo a los cambios, la irresponsabilidad, el egoísmo, incluso el qué dirán, pueden ser otros de los ingredientes que, en mayor o menor medida, se mezclen para cocinar este amargo pastel que supone el triunfo de los partidos de "toda la vida".

Y trato de imaginar fórmulas, aunque apunten a utopías cuajadas de tecnología y responsabilidad ciudadana y aunque se distancien de nosotros en varias generaciones, hasta que me doy cuenta de que la principal diferencia que marca la frontera entre las políticas posibles actualmente y las pretéritas constituye, a la vez, un excelente filtro para quitar la morralla intelectual, y toda la caterba de dinosaurios analfabetos que lastran el progreso de nuestro país en este recién estrenado tercer milenio.

Las nuevas tecnologías se han convertido en incomprensibles para una gran mayoría de ciudadanos que, bien por su edad, o bien por su escasa capacidad de adaptación intelectual a las nuevas circunstancias, no es capaz de utilizarlas en el ejercicio de sus derechos de voto. Pues la cosa es bien simple (y compleja a la vez, pero apasionante). Implantemos mecanismos de ejercicio de la voluntad democrática utilizando estas nuevas tecnologías, que constituirán una excelente barrera que nos librará de la influencia que personas que no se enteran la misa la media pueden tener en el conjunto de la sociedad.

De manera progresiva se pueden establecer procedimientos para que, cada vez en más materias, los ciudadanos puedan votar a favor o en contra utilizando los mecanismos de autentificación telemática que ya existen. Se pueden establecer incluso mecanismos de filtrado para que aquel que quiera votar, por ejemplo, la aprobación de una ley, no solo necesite saber utilizar el navegador con su correspondiente certificado digital o DNI electrónico, sino que tenga que responder a un test básico de cuestiones sobre la ley sobre la que quiere votar. Sí. No es un sistema perfecto, pero es mucho mejor que lo que tenemos ahora, y sobre todo más democrático. Y no me imagino yo a la mayoría de los jubilados utilizando este sistema y, por tanto, influenciando con su irresponsable voto el destino de este país.

Por supuesto, cualquier sistema de participación ciudadana directa se puede combinar perfectamente con la democracia representativa, utilizando fórmulas como por ejemplo la de Democracia 4.0, propuesta por el diputado andaluz Juan I. Moreno Yagüe, y como cabe esperar, este avance en la ampliación progresiva de las materias en las que la ciudadanía pueda participar de forma directa ha de tomarse como un largo camino, que quizás se prolongue durante décadas, pero es ése el camino, y no otro, el que nos hará independizarnos definitivamente de la partitocracia reinante en este país y, sobre todo, de la enorme irresponsabilidad que supone el ejercicio del derecho a voto por parte de ciudadanos con antojeras que les impiden ver la corrupción y la realidad social y económica de este país.