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miércoles, 20 de septiembre de 2006

Creación artística: hay que cambiar el chip

Y no me refiero al de la playstation o cualquier otra videoconsola al uso, sino en lo que al mercado de la creación artística se refiere, esto es música, cine, etc. Es inevitable. Y cuanto antes lo asuman las partes interesadas, mucho mejor. El mundo cambia, la tecnología avanza a pasos de gigante y, lo queramos o no, ello repercute en nuestras vidas, de formas más o menos indirectas.

Al final, las quejas de tantos artistas no van a servir de nada, y esta moda por parte de los gobiernos de imponer métodos cada vez más restrictivos en lo que a copia y difusión de material audiovisual se refiere para lo único que va a servir es como otro varapalo político más para el gobierno de turno.

La solución está en adaptarse a la nueva realidad y, por muy duro que les parezca a estos ricos, renunciar a los pingües beneficios que la venta de discos y exhibición de películas repercutía, no tanto ya en ellos mismos sino en las discográficas y productoras cinematográficas, que son los que se llevan la mayor parte de la tajada. Hay que buscar nuevas formas de vivir de ello.

Y a partir de ahora me referiré solamente a los músicos, para centrarnos en el problema, pero por partes.

Supuestamente se dedican a la música por dos motivos: porque les gusta y para ganarse la vida. Y ambas cosas se pueden seguir haciendo después de la era Internet y el fenómeno de las redes de pares (intercambio de archivos… vamos, descargarte las canciones gratis, pa que nos entendamos). ¿Cómo?

Bueno, pues empezando por renunciar a las casas de lujo en Miami (o en cualquier otro sitio), los automóviles caros y, en general, la vida de lujo y ostentación que muchos se pegan viviendo de los derechos. Me hace mucha gracia la hipocresía de la que hacen alarde muchos artistas cuando salen en los medios expresando su entrega a su público, cuando en realidad a lo que están dedicados es a sacarnos el dinero y tener que pagar cifras desorbitadas por un disco suyo en el Corte Inglés... Esto tiene que acabar... y acabará.

Sé que es algo muy duro y difícil, pero seguro que seguir trabajando en lo que les gusta, aunque sea por la cuarta parte de lo que ganaban antes (o incluso algo menos), puede compensar. ¿O es que acaso no les gusta y no disfrutan con su trabajo?

¿Y cómo entonces se ganan la vida? Muy sencillo, a base de giras de conciertos fundamentalmente (que tampoco es moco de pavo) y de los derechos obtenidos por la difusión de sus obras por personas o empresas que ganen dinero con ello, lo que también se puede complementar con participación en campañas publicitarias, programas de televisión, y muchas otras “pequeñas” actividades que perfectamente pueden permitir a los músicos llevar una vida más que cómoda.

Desde ese punto de vista, Internet se convertiría en el vehículo ideal para difundir su música, no solo ya los artistas consagrados o aquellos respaldados por campañas millonarias y productoras discográficas, sino cualquiera que realmente tenga "arte" y guste al público. Ése es el principal miedo ante el cambio: que desaparecen empresas muy poderosas. Ya, de hecho, han habido algunos que han triunfado sin grandes financiaciones ni OT ni nada por el estilo. Sencillamente, cuelgan el video de su canción en Internet o echan a andar sus discos por la red esperando que la gente se los descargue, los escuche, les guste y les conozcan. Solo necesitan su talento y su trabajo, nada de dinero.

Admitiendo todo esto, a las tiendas de discos les quedan dos opciones: cerrar o adaptarse para vender todo aquel material que no se puede encontrar habitualmente por Internet. Yo mismo he tenido que acudir a una tienda de música clásica para encontrar cierta versión que quería de una obra de Händel que no conseguía encontrar en eMule y tuvieron que traer de Londres. (Música para el cumpleaños de la Reina Ana, 20 €).

Por supuesto, y con éste método, el top-manta dejaría de existir. Es cierto que ahora, ¿quién paga 18 € por un disco en la tienda cuando puede pagar 2 por el mismo disco en la calle? Pero… con la difusión y legalización expresa del intercambio de archivos, ¿quién va a pagar 2 euros por un disco cuando se lo puede bajar gratis de Internet? Bueno, sí… el que no tenga Internet, pero eso es ya material para escribir otro día.

Por tanto, no solo se acabaría con ese negocio, claramente ilegal, sino que nuestro derecho de acceso a la cultura, dentro del marco de una política social, ganaría muchísimo a la vez que el Gobierno actual parecería más coherente con su supuesta ideología. Pero esto sería quitarle algo a los pocos que más tienen para dárselo a los muchos que menos tenemos, y últimamente, ¿dónde habéis visto que esto suceda?