Así que sí, estoy loco. Pero eso no quiere decir que no tenga razón.
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martes, 4 de septiembre de 2018
Soy un loco paranóico
Así que sí, estoy loco. Pero eso no quiere decir que no tenga razón.

viernes, 12 de mayo de 2017
Carta a nuestros mayores

lunes, 8 de febrero de 2016
Democracia, pese a todo
Las nuevas tecnologías se han convertido en incomprensibles para una gran mayoría de ciudadanos que, bien por su edad, o bien por su escasa capacidad de adaptación intelectual a las nuevas circunstancias, no es capaz de utilizarlas en el ejercicio de sus derechos de voto. Pues la cosa es bien simple (y compleja a la vez, pero apasionante). Implantemos mecanismos de ejercicio de la voluntad democrática utilizando estas nuevas tecnologías, que constituirán una excelente barrera que nos librará de la influencia que personas que no se enteran la misa la media pueden tener en el conjunto de la sociedad.
De manera progresiva se pueden establecer procedimientos para que, cada vez en más materias, los ciudadanos puedan votar a favor o en contra utilizando los mecanismos de autentificación telemática que ya existen. Se pueden establecer incluso mecanismos de filtrado para que aquel que quiera votar, por ejemplo, la aprobación de una ley, no solo necesite saber utilizar el navegador con su correspondiente certificado digital o DNI electrónico, sino que tenga que responder a un test básico de cuestiones sobre la ley sobre la que quiere votar. Sí. No es un sistema perfecto, pero es mucho mejor que lo que tenemos ahora, y sobre todo más democrático. Y no me imagino yo a la mayoría de los jubilados utilizando este sistema y, por tanto, influenciando con su irresponsable voto el destino de este país.
Por supuesto, cualquier sistema de participación ciudadana directa se puede combinar perfectamente con la democracia representativa, utilizando fórmulas como por ejemplo la de Democracia 4.0, propuesta por el diputado andaluz Juan I. Moreno Yagüe, y como cabe esperar, este avance en la ampliación progresiva de las materias en las que la ciudadanía pueda participar de forma directa ha de tomarse como un largo camino, que quizás se prolongue durante décadas, pero es ése el camino, y no otro, el que nos hará independizarnos definitivamente de la partitocracia reinante en este país y, sobre todo, de la enorme irresponsabilidad que supone el ejercicio del derecho a voto por parte de ciudadanos con antojeras que les impiden ver la corrupción y la realidad social y económica de este país.

martes, 12 de enero de 2016
Carta abierta a los grandes empresarios españoles

viernes, 2 de diciembre de 2011
Hoy

domingo, 27 de noviembre de 2011
La cosa no pinta nada bien

miércoles, 5 de octubre de 2011
... ni llores por mí.
En el texto, Elvira protesta con sutileza e ironía por las limitaciones que estas nuevas costumbres tecnológicas traen a la comunicación de siempre, la del cara a cara, en el mundo real, "in person", coño... como toda la vida. Y en parte no le falta razón. Uno de los efectos del futuro, que ya está llegando más rápido a nuestras vidas de lo que muchos pueden asimilar, es que las formas de comunicarnos en nuestra vida social se reparten mucho más que antes al haber tantas nuevas posibilidades, y claro, la comunicación tradicional pierde terreno frente al envite que estas nuevas posibilidades de comunicación ofrecen. No sé si esto es bueno o es malo pero lo que sí sé es que es es una realidad.
Luego están los ordenadores, esos engendros electrónicos que absorben nuestro tiempo y nos encapsulan en una realidad paralela, ajena a todo lo que ocurre fuera del monitor de 19". Tan perniciosos como las consolas para la comunicación familiar o conyugal, e incluso mucho más, ya que sus efectos a menudo se extienden a personas de todas las edades. ¡Peligrosísimo! ¡Fuera ordenadores entonces!
¿Y qué hay de esa horrible máquina que lleva creando zombies domésticos desde hace ya varias decadas? Me refiero a la televisión. Si confeccionáramos una estadística sobre ello, ¿cuál creéis que sería el aparato que más daño le ha hecho a la comunicación entre las personas? Yo sin duda apostaría por la caja tonta. Son varias generaciones de familias ya las que, presas de tan infernal lavadora de cerebros, han sucumbido a sus hechizos, siendo las palabras que salían por su altavoz las únicas que rompían el silencio del hogar, ya fuera de día o de noche. ¿Qué ha sido de las largas charlas a la luz de la chimenea? ¿Y de aquellas que durante miles de años tuvieron lugar al calor del hogar, en su más arcaica acepción? Si es que se está perdiendo lo auténtico.

miércoles, 12 de noviembre de 2008
¿Hay pollo frito?

El pollo frito de mi abuela siempre me gustó, y no me importó mezclarlo en mi todopoderoso estómago (por entonces lo era), con lo que fuera, galletas y café incluidas. Siempre era motivo de celebración saber que mi abuela había frito pollo. Y no tenía nada especial, pero jamás he vuelto a probar un pollo frito como aquel. Y los he probado buenos. Pero aquel, no.
Con el tiempo, descubrí que me gustaban los bocatas de morcilla. Me volví un poco masoquista porque cada vez que me decían "que te den morcilla", no solo no pensaba en nada malo sino que se me hacía la boca agua imaginándome mientras devoraba el bocata que me hacía mi abuelo, y al que, ya con 13 añitos, solía acompañar con algún que otro botellín, de esos que, en vez de etiqueta, tenían a mi inseparable amigo Gambrinus serigrafiado.
Todavía no sé si, en parte por quienes me proporcionaban aquellos sencillos manjares, o por las experiencias que en mi mente se asocian, soterradamente, a aquellos sabores… Lo cierto es que echo mucho de menos aquellas sencillas delicatessen. Porque sí. Hoy te vas a la plaza, compras 1 kg. de morcilla de Burgos, una buena barra de pan, y te haces tú mismo el bocata, y te pones tu botellín, justo antes del punto de congelación, y dios… qué bueno está! …. Pero no es lo mismo. Ni tampoco el pollo frito que te ponen en ciertos bares, que está delicioso… pero no es el mismo.
Y es que ese pollo, esa morcilla, ese café… se acabaron y ya no volverán más. Quizás alguna vez, si es que el universo tras terminar de expandirse, vuelva a contraerse para volver de nuevo explotar y expandirse dando lugar a un nuevo ciclo, pero con los mismos acontecimientos y en el mismo orden que en éste. Quizás entonces vuelvan esos momentos y sabores… Pero con la memoria que tengo, que no me acuerdo ni de lo que comí ayer, ¿cómo me acordaré de que los echaba de menos en el anterior ciclo de expansión del Universo?
El caso es que se me ocurre hacer una regla de tres, en la forma siguiente. Mi pasado es a mi presente lo que mi presente a mi futuro. Haciendo un ejercicio de imaginación sobre mi futuro, es muy probable que tenga nostalgia del pasado, que ahora resulta ser el presente, lo que hace que me entren más ganas de vivir este presente que ahora me toca, de disfrutar de los sabores de estos días que pasan, a veces, tan inadvertidos, por pura pereza o inercia. Sabores que un día se irán y nunca más volverán, o al menos hasta el próximo ciclo de expansión universal. En resumen, carpe diem (y si es con pollo frito, mejor).

lunes, 29 de septiembre de 2008
Corazones
