Todos conocemos, al menos a grandes rasgos, cómo funciona el sistema de democracia representativa en este país. Cada cuatro años se convocan elecciones para que los ciudadanos votemos a la formación política de nuestra cuya ideología o programa electoral nos convenza más, y le damos nuestra confianza colocando la correspondiente papeleta en la urna. Es el único poder democrático real que el actual sistema nos permite.
El partido político o coalición que acceda al Gobierno lo hace con un cheque en blanco para hacer lo que les de la gana, y los ciudadanos poco podemos hacer, a saber:
- Maldecir en calles, plazas, bares, reuniones, redes sociales, bien sea individual o colectivamente. En algún caso, y según la manera y el momento, podrá ser sancionado, detenido o incluso agredido físicamente.
- Organizarse en colectivos de diverso tipo: plataformas ciudadanas, asociaciones de afectados, partidos políticos, sindicatos, etc. De todos estos colectivos, los únicos que pueden darle la vuelta al sistema, obteniendo el apoyo de la mayoría ciudadana, son los partidos políticos. El resto puede ganar algunas batallas, pero no la guerra. El problema que tienen los nuevos partidos políticos es que la legislación electoral vigente constituye una muralla difícilmente salvable para todos aquellos partidos de nueva creación o poco apoyo popular.
- Armarse de paciencia y esperar a otros cuatro años para votar a otros.
- Emigrar, con la rabia, la tristeza y el dolor de tener que abandonar tu tierra y tu gente porque se ha convertido en un país de borregos adormilados que no espabilan por mucho que los zarandeen, que los dejen sin trabajo, sin educación, ni sanidad, ni calefacción, ni casa... ni un plato de lentejas que llevarse a la boca.
Y esto es todo, amigos. Algunas iniciativas, como la de Democracia 4.0, promueven la posibilidad de que los ciudadanos de los ciudadanos participen votando la elaboración de las leyes, y recuperar de esta manera uno de los tres poderes del Estado (el legislativo), pero este concepto sólo aparece en el programa electoral de la Red Ciudadana Partido X, con lo cual sólo podrá llevarse a la práctica si dicha formación gana las elecciones.
¿En qué consiste el sistema de elecciones permanentes?
Surge como complemento al concepto de Democracia 4.0 y constituye una herramienta que confiere más poder y control a los ciudadanos sobre el Gobierno que los representa. Lo explico con un ejemplo.
Se celebran elecciones generales. Los ciudadanos acuden, más o menos como siempre, a los colegios electorales y depositan su papeleta en la urna. El partido más votado obtiene la victoria (es un ejemplo) y el presidente electo forma su equipo de Gobierno. En su programa electoral propuso a los ciudadanos una serie de medidas a adoptar en su legislatura. Empiezan su trabajo por los paquetes de modificaciones legislativas, intentando lograr el máximo consenso en las cámaras legislativas y dentro del marco de su programa electoral, y adoptan las reestructuraciones organizativas necesarias que más se adapten a las líneas de trabajo a desarrollar.
Pero resulta que el partido político, una vez se convierte en Gobierno, no sólo no hace lo que decía en su programa electoral, sino que hace otras cosas totalmente en contra de muchos ciudadanos cuya confianza en forma de voto consiguieron.
¿Qué puede hacer el ciudadano, además de las opciones que se detallaban antes, cuando se ve engañado por el Gobierno? Acude a cualquiera de los registros públicos (ayuntamiento, consejería, ministerio, delegación provincial...) y, tras identificarse, CAMBIA SU OPCIÓN DE VOTO. Automáticamente y en tiempo real, su voto se ve reflejado en los marcadores de apoyo ciudadano (prácticamente como las listas de escrutinio electoral), y se va a su casa con la satisfacción de que ha podido hacer algo, de que es un ciudadano libre que posee su cuota de poder correspondiente y, en base a ésta, cambia su opción electoral en cualquier momento. Pongo este ejemplo porque si digo lo del voto electrónico, siempre me sale uno que me pregunta por el abuelito que no ha cogido en su vida un ordenador, pero claro, el voto electrónico también puede ser otra vía.
Si este gesto que hace el ciudadano se repite a lo largo de todo el país de una manera significativa, puede llegar a alterar considerablemente el apoyo ciudadano al partido que gobierne en ese momento, llegando incluso el momento en el que el gobierno pierda la mayoría, momento a partir del cual empieza una cuenta atrás de un plazo (tres meses, seis...) en el que el Gobierno ya es consciente de que los ciudadanos no están conformes con su política y que tiene que enderezar el rumbo y cumplir el programa electoral por el que obtuvo la victoria. En definitiva un Gobierno para el pueblo y controlado por el pueblo.
Abordo con cautela la duda de que la plasmación de un concepto así pueda condenar al país a una inestabilidad política, social y, a la postre, económica, y no se me ocurren qué otros inconvenientes pueda acarrear la implantación del sistema de elecciones permanentes que no sean para la clase política, convertidos ya en fieles servidores públicos... por la cuenta que les trae.