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martes, 4 de septiembre de 2018

Soy un loco paranóico

Definitivamente, si no me he vuelto loco poco me falta. Se me ha metido en la mollera la estúpida idea de que los superricos se han aliado y han diseñado una estrategia para, en unas pocas generaciones, acabar con el resto de la gente: los pobres, los casi pobres, la clase obrera, la clase media... los que no son superricos, vamos, y quedarse con el planeta para ellos solos. Si no acabar con todos, al menos sí con la mayoría, haciendo que sólo sobrevivan los más fuertes que, en este mundo, significa los que posean más riqueza, en una especie de ejecución de la teoría del Darwinismo social.

Todo vino de una frase que dijo un tal Warren Buffett (que en su casa lo conocerán) que decía algo así como "Hay una lucha de clases, de acuerdo, pero es mi clase, la de los ricos, la que está haciendo la guerra, y vamos ganando."

Un tío que no conoce nadie suelta una estupidez así en un panfleto de idioteces para bobos, y a mí se me ocurre montarme toda una puta película en mi desquiciado cerebro sobre una superconspiración para acabar con la mayor parte de la humanidad porque a estos superricos les jode la idea de compartir el planeta con el resto de la paupérrima población mundial.

Y todo porque esa supuesta frase, como un germen contagioso, ha empezado a crear un par de ideas (por ahora) igualmente absurdas, si no la superan. A saber:

- Que si los superricos son conscientes del cambio climático y que se debe, en líneas generales, a que somos demasiados soltando basura y contaminación al medio ambiente, por lo que aquí sobra bastante gente, por no decir la mayoría.
- Que si, a este ritmo de crecimiento, en pocas décadas llegaremos a los 10.000 millones de personas, y que ese crecimiento es exponencial y virtualmente infinito, pero estamos en un planeta finito con recursos limitados que ya está dando claros síntomas de estar hasta los huevos (u ovarios, que dicen que la Tierra es madre de la vida y se llama Gaia), por lo que se impone una urgente purga poblacional.

Y claro, ya tenemos el móvil de la maldita guerra supersecreta que han montado los superricos para desahacerse de nosotros y, matando dos pájaros de un tiro, incrementar aún más sus beneficios en el proceso. ¿Cómo? Pues si no teníais claro lo loco y paranoide que estoy, ahora no os va a caber ninguna duda. Aquí tenéis la lista de ideas que, en plan obsesivo, han asaltado mi calenturienta mente para "explicar" cómo los superricos están acabando con nosotros en pocas generaciones.

- Industria alimentaria. Un pilar de un sector muy importante de las grandes corporaciones. Están intentando hacer comida cada vez más sabrosa, cada vez más barata y más perjudicial para nuestra salud. El veneno ideal. Sobre todo por lo sabrosa y barata porque picamos el anzuelo como bobos y cada vez comemos más alimentos procesados, que son más baratos y fáciles y rápidos de comer, y que poco a poco nos van minando la salud, provocando problemas cardíacos, de sobrepeso, diabetes o incluso algunos tipos de cánceres. De paso, ellos se forran. Menuda estupidez.

- Mercado laboral. Resulta que la la crisis económica no es algo que nos haya pasado sino que ha sido el gran engaño para convertir empleo digno con el que podías comprarte una casa y formar una familia de varios hijos y mandarlos a la universidad en empleo basura y que, tras casi un siglo, vuelva a haber gente con trabajo que no sale de pobre (pobre de verdad) y no puede comprarse una casa y, ni mucho menos, plantearse traer hijos a este superpoblado y sobreexplotado mundo. Con la excusa de ser cada vez más competitivos, nos obligan poco a poco a echar cada vez más horas cobrando menos (o cobrando lo mismo, mientras los precios suben como putos cohetes), lo que aumenta drásticamente sus beneficios y, por otro lado, nos provoca más estrés y problemas de salud y nos impide disponer de tiempo y dinero para hacer otras cosas, como por ejemplo, hacer deporte y cuidarse, descansar, informarnos y poder contrastar esa información, poder tener un hogar propio o plantearse un proyecto de familia con hijos. De esta manera, haciendo que dispongamos de menos tiempo y, sobre todo, dinero, nos impiden algo muy importante en las siguientes generaciones: reproducirnos, con lo que en poco menos de un siglo conseguirán que la población de pobres haya descendido drásticamente y, en definitiva, la población global. ¿No os parece una idea demencial? Menuda paranoia tengo en lo alto.

- Educación. Esta es la carambola conspiranoica que se me ha colado dentro del cráneo: como los superricos están muy ligados a los políticos y los influencian para que gobiernen y legislen según sus intereses (aunque es algo que no tiene ningún fundamento, el concepto ya existe como plutocracia), los manejan para empobrecer la educación pública, recortando gastos y socavando poco a poco su sistema educativo. "¿Y para qué harían eso, loco imbécil?" os estaréis preguntando. Ojo a las justificaciones y explicaciones que inventa mi mente: para que la gente que no puede costearse una buena educación sea cada vez menos crítica con el sistema y menos consciente de realidades como esta. Que sea incapaz de relacionar la situación económica, política, social, medioambiental y que, apesebrados, se vayan muriendo quejándose poco o, como mucho, quejándose de los otros aún más pobres que ellos que vienen a "robarle" su puto mendrugo de pan. ¿Creéis que aquí terminan mis delirios? Pues no.

- Sanidad. Pues algo parecido a la educación: recortes en la sanidad pública a través de las influencias en el sistema político para empeorar cada vez más la eficacia del sistema sanitario público (al que podemos acceder los pobres) y sean menos capaces de salvarnos la vida o hacer que vivamos más tiempo. Es decir, dinamitar el sistema sanitario público para que nos muramos cuanto antes mejor, porque lo de matarnos directamente podría hacer saltar la liebre (menos en países como Yemen, Siria, Pakistán u otros países en África, ahí le da igual a la opinión pública). No nos olvidemos de la industria farmacéutica a la que no solo le conviene guardar en un cajón bajo llave aquellos medicamentos que curan permanentemente para que duremos menos, sino porque un enfermo curado es un cliente menos, por lo que dan vía libre a los medicamentos que no curan pero van sobrellevando nuestros males hasta que no aguantamos más y nos vamos a echar la gran siesta al patio de los callados.

- Desarollo de la IA. Se están invirtiendo miles de millones de dólares en desarrollar la Inteligencia Artificial y crear sistemas autónomos para hacer absolutamente de todo. Ya hay centros logísticos de Amazon en la que una gran parte del trabajo está prácticamente automatizado y las necesidades de trabajadores humanos son mínimas. En China han avanzado en esa misma línea dejando atrás a Amazon, incluso Noruega ha firmado un acuerdo para usar robots en su servicio postal y no debemos olvidarnos de los coches y camiones autónomos, que mandarán al paro a miles de camioneros y taxistas. Es una tendencia que empieza por combinar humanos y robots dentro de almacenes, fábricas, servicios e incluso la producción agrícola para, poco a poco, ir introduciendo más robots y contratando menos trabajadores humanos. En la revolución industrial ya se vio parte del inicio de este proceso, afianzándose en el siglo XX con la revolución tecnológica. A poco de entrar en la tercera década del s. XXI, la tendencia de robotización del trabajo resulta más que evidente. Y es una tendencia que afecta directamente al empleo (a menos que nos convirtamos todos en técnicos en robótica), más allá de políticas laborales de uno u otro partido. Esto hará que cada vez más gente no tenga un sitio en el que trabajar y ganarse el sustento porque las máquinas lo harán más barato, más rápido y mejor. Otra forma más de hacer que nos muramos nosotros solos, que es más sutil y políticamente correcto que matarnos de una bomba o un tiro en la sien.

- Epidemias. Gripe A, ébola, sida, tuberculosis... A este saco de fantasías e ideas sin fundamento que tengo por cabeza le ha dado por imaginar que muchas de las pandemias de las últimas décadas son ensayos de laboratorio para una futura epidemia global (o varias, que es que somos muchos) que acabe con una gran parte de la humanidad, a ser posible, pobres. Pueden ser enfermedades nuevas pero también otras versiones de las ya controladas. De repente se me viene a la mente algún tipo de pandemia cuya vacuna sea bastante cara, lo que haría de filtro para llevarse por delante a todo aquel que no pueda pagarla.  El caso es ir aligerando el planeta de gente como sea, pero sin dejar rastro. Pero claro, antes de sacar una superepidemia de los laboratorios que ellos manejan, tendrán que acabar con los sistemas sanitarios públicos para que los pobres no podamos hacer frente a ella y sean los superricos los que sobrevivan.

Menuda película me he montado yo sólo. Una estrategia, un supuesto plan maestro con distintas y paralelas líneas de actuación con el propósito de controlar la sobreexplotación del planeta exterminando a gran parte de la humanidad, empezando por los más pobres, y además lucrarse en el proceso. Y todo por la frase de un desgraciado sin credibilidad alguna. Para colmo, el otro día leo este relato corto y fue como gasolina de alto octanaje para mis delirantes fantasías. Un cuento que fantasea sobre una hipotética entrevista entre un gurú de la tecnología, la sociedad y la ciencia con un grupo de estos superricos en el que le plantean sus dudas acerca de cómo actuar y protegerse ante la inminencia de "El evento". La forma de llamar al momento en el que mundo se va a la mierda tiene traca. Parece un rollo película de Hollywood. A mi cabeza no le hicieron falta demasiados datos ni mucho menos contrastados para tragarse aquella bola de combustible paranoide y avivar aún más el incendio de mis lucubraciones conspiranoicas.

Y, en mis fantasías ¿los superricos actúan solos sin coordinación entre ellos o han formado una superalianza para dirigir todo este plan maestro hacia la victoria final? Pues un paranoico enfermo como yo ve gigantes donde hay molinos o donde ni siquiera hay nada. En cualquier noticia... qué coño noticia, un simple tweet y ya sigo con mi particular serie de ciencia ficción en la que los superricos se confabulan entre sí desde los consejos de administración de las grandes corporaciones y conspiran contra nosotros.

Así que sí, estoy loco. Pero eso no quiere decir que no tenga razón.

martes, 23 de agosto de 2016

La cosa no tiene arreglo

Te levantas un día y te das cuenta de que la cosa no tiene arreglo. El sentimiento hay ido calando, poco a poco, entremetiéndose en tus pensamientos, torpe, lenta pero inexorablemente, porque los virajes de rumbo siempre son costosos y pesados, y más cuando uno ya empieza a pintar alguna cana entre los cuatro pelos que le van quedando y viene de posturas ideológicas asumidas como fortalezas inexpugnables. Pero la realidad golpea duramente las conciencias, y que uno sea fiel a sí mismo no implica que tenga que serle infiel a la realidad que percibe a través de sus sentidos y a la que medita, con calma y los menos prejuicios posibles, en sus elucubraciones sobre lo político, lo humano, lo económico...

Y es el goteo de esas noticias, que a veces saltan a primera plana y otras veces hay que escarbar para encontrar, el que espolea nuestras mentes en ese camino de continua reflexión. Una reflexión que nos enseña la necesaria humildad para reconocer que lo que uno daba por seguro al 100% ayer, hoy no apostamos siquiera por un 60%. Que lo que creíamos que era un avance, un camino para salir del atolladero éste en el que andamos metidos, no es más que otro callejón sin salida al que nos invitaron a entrar, pero que pinta muy muy mal.

Enviaba yo el otro día a Meneame una noticia sobre el despiece del sistema público griego. El gobierno de Alexis Tsipras privatizaba el puerto del Pireo y el sistema público de ferrocarriles. Esto último (los trenes) por 45 millones de euros. En 2013 su propio ministro de economía señalaba la valoración del anterior gobierno conservador en 300 millones de euros una cifra "provocativamente baja". Lo que cambia el panorama, amigos.

Hoy Syriza, en el gobierno griego, se ha convertido en el brazo ejecutor de la Troika. Todo aquello cuanto prometían, no tengo dudas de que con la mejor intención, se ha visto desvanecido, traicionado, mediante la batería de medidas, reformas y recortes que la Troika les ha impuesto bajo amenaza de echarles el cerrojo a los cajeros automáticos, las fronteras y los mercados. "O haces todo lo que yo te digo o dejo de financiarte", por lo que Tsipras se ha visto en la amarga tesitura entre escoger una muerte lenta o una muerte rápida para su país. Y ha optado por la lenta.

El caso de Grecia es el ejemplo más clarificador para entender cómo han montado el chiringuito estos de arriba, es decir, los poderosos. Y para no movernos en términos ambiguos, con "los poderosos" me refiero a los políticos, presidentes de bancos, de fondos financieros, consultoras de prestigio, etc. etc. En resumidas cuentas, los que tienen la pasta gorda y aquellos que les apoyan desde las administraciones.

Llegado este punto, confieso que resulta un poco lioso exponer de manera breve y simple las principales partes del tinglado este y de por qué no tiene arreglo, pero intentaré organizarme para explicarlo de la manera más fácil posible.

El ejemplo de Grecia me ha servido para darme cuenta de lo bien que lo tienen montado estos cabrones. La cosa funciona así.

Ellos controlan los medios de información con más alcance, bien de manera directa (siendo propietarios) o bien de manera indirecta, en el sentido de que pueden financiar o contratar publicidad a estos medios para ejercer su influencia en la línea editorial, y así convertir a esos medios de información, directamente, en medios en desinformación, lanzando la propaganda que más beneficie a sus intereses. Es decir, la televisión, la radio y los principales periódicos de tirada nacional están todos controlados y dirigidos a mantener a la población entretenida con sandeces y desinformada con mentiras y ocultaciones intencionadas para mantener las cosas como están y que no se rebelen ante la maquiavélica estrategia de estas élites de poder.

Debido al efecto apaciguador de masas que ejercen los grandes medios de difusión, la mayoría de la gente no sólo no protesta ante políticas que favorecen recortes del gasto social, privatizaciones, aumento de la deuda, recortes de derechos laborales, etc., sino que directamente los defiende, alcanzando su máximo exponente en concentrar los ataques ante otras alternativas políticas que puedan suponer una amenaza para las prácticas que llevan a cabo ese conglomerado de políticos y ricos que llamamos "los poderosos".

El efecto que se pretende alcanzar con dicha estrategia es el aumento de la brecha entre los pobres y los ricos, eliminando poco a poco la clase media, y haciendo que los ricos (esos que tienen 50 millones de dólares o más) sean cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres, y éstos a su vez, en su mayoría, sean inconscientes de lo que sucede, e incluso muchos de ellos se conviertan en acérrimos defensores del "Sistema". Viendo cómo avanza este proceso, no resulta difícil imaginar que el objetivo final es una sociedad de ciudadanos que sobreviven como pueden en condiciones de semiesclavitud controlada por una élite minoritaria y superrica. El neoliberalismo alcanzará su culmen cuando los individuos sean tan "libres" como para poder vender legalmente cualquiera de sus derechos.

Para asegurar que ningún país se salga del redil neoliberal, y con la excusa de que hay que financiar los servicios públicos, han llevado (y continúan en ello) el tema de la deuda pública hasta un nivel que se puede calificar, sin ningún tipo de paliativo, como de impagable en muchos países, España entre ellos. Así, mientras haya gobiernos que sean de la cuerda de los poderosos, la línea de crédito se mantiene y la deuda pública crece. La gente no echa cuenta de eso y sigue votando a los mismos. ¿Qué pasa cuando un país entero se da cuenta de esta estafa y quiere arreglar su situación votando a un partido que quiera arreglar las cosas luchando por el pueblo en contra de los intereses de los superricos? Que éstos usan su poder e influencias para presionar al nuevo gobierno exigiendo el pago de la deuda por encima de cualquier otra cosa, y amenazando con suspender la línea de crédito para obligar a cualquier gobierno a ejecutar sus planes de recorte del gasto público en aquellas partidas que a ellos les interesan: privatizaciones, bajada de salarios y pensiones, recortes en sanidad y educación, flexibilización de las condiciones de despido, aumento de la edad de jubilación, etc. Con estas medidas, estos poderosos no hacen otra cosa que engordar sus ya abultadas cuentas, ahondando en la ya profunda brecha entre ricos y pobres.

Que la deuda tenía que crecer para tener al pueblo esclavizado y controlado resultaba perfectamente compatible con el despilfarro de dinero público en temas como el rescate bancario, las obras civiles y los servicios públicos con sobrecostes y mordidas, el excesivo número de políticos con sueldos descontrolados, la corrupción generalizada, etc. El montaje de este tinglado, o mejor dicho, estafa, ha premiado la mala gestión del dinero público porque cuanto más se gastara más engordaba la deuda, y más fuertes serían las cadenas con las que bancos y fondos financieros tendrían apresados a los países, por si llegaba el tan temido momento por los poderosos en que un gobierno del pueblo y para el pueblo entrara en acción.

Y lo que es más. Los superricos (sus conglomerados empresariales, fondos financieros, bancos, etc.) usan toda su influencia para manipular la información desinformando al pueblo ya que controlan los medios de información tradicionales: prensa, radio, televisión, etc. De esta manera, pueden fabricar la información que les llega a los ciudadanos y así hacer que piensen lo que a ellos les interesa, convirtiendo a una gran parte de la población en zombis sin espíritu crítico que defenderán a muerte los ideales de esta élite de superricos o, como mínimo, atacarán con una descontrolada visceralidad a todo aquel que represente una amenaza para sus intereses.

Es lo que vemos que ha pasado en Grecia, y lo que seguramente pasaría en el improbable caso de que España fuera gobernada por un partido como Podemos o cualquier otro que pueda surgir en el futuro.

De esta manera, y como ya ha pasado en Grecia, la ruina llamada deuda pública que se ha ido gestando durante décadas eclosiona en una tempestad de corralitos bancarios y amenazas resumidas en un "os cerramos el grifo y os morís de hambre" que baja del burro a cualquier idealista que haya puesto su ilusión en un modelo de cambio, a la vez que arenga a aquellos prosistema a proclamar a los cuatro vientos que la culpa de todo es del partido político que recién ha llegado al gobierno. El símil que creo que mejor se adapta es el de uno (gobierno neoliberal) que tiene un globo (deuda) y lo va inflando, hasta que se lo quita otro (gobierno para el pueblo). Entonces el que se queda sin globo lo pincha con un alfiler (bancos acreedores de deuda pública) mientras le dice a todos "¿veis? ¡éste tiene la culpa de que el globo haya pinchado porque lo tenía él en su poder!". Lo más preocupante es que aunque no haya quien pueda arrebatarle el globo al primero y no haya alfiler, la capacidad de dilatación del globo es limitada, y llegará un momento en el que... ¡PLOP!

Bajo mi punto de vista, los ciudadanos que con su voto han apoyado a estos gobiernos que han ido esquilmando las arcas públicas y haciéndonos cada vez más dependientes de fondos e intereses privados son los verdaderos responsables de lo que sucede y lo que se nos viene encima. Lo injusto de este mundo es que la factura la están pagando tanto los justos como los pecadores.

Algunos tienen la firme convicción de que la unión de varios países con gobiernos de cambio permitirá a los pueblos echarles un pulso en igualdad de condiciones a los poderosos, invertir su estrategia, democratizar las instituciones, promover políticas que favorezcan una mayor redistribución de la riqueza y poner en marcha mecanismos pare revitalizar la economía productiva e implantar la justicia social. 

Yo apuesto por que ni aun así.

martes, 12 de enero de 2016

Carta abierta a los grandes empresarios españoles

Muy señores míos.

La desgracia ha azotado cruel e incansablemente nuestro país (vaya forma de empezar una carta) fundamentalmente a través del paro. El paro. Ese horrible mal que condena a millones de españoles a la necesidad, cuando no a la pobreza, y que lastra el desarrollo de nuestro país, relegándolo a un mero comparsa de los poderes extranjeros (sean europeos, americanos, chinos o vayan ustedes a saber).

Muchos políticos, economistas, periodistas y analistas de toda índole debaten, a veces acaloradamente, sobre cuál puede ser la solución a un problema de tal magnitud. Algunos, como poseídos por don Perogrullo, repiten incansablemente el mismo mantra: "Hay que crear empleo, hay que crear empleo...". Tóquense los cojones ¡pues claro que hay que crearlo! Pero ¿cómo? Y ésta es la cuestión que quiero abordar en este llamamiento a una profunda reflexión.

Ustedes, como grandres empresarios, constituyen pilares fundamentales de la base económica, laboral e incluso social de este país. Con su esfuerzo por mejorar la competitividad, aúpan el PIB para que en las cifras macroeconómicas nuestro país tire hacia arriba, y la imagen de España en el extranjero sea, al menos, un poquito menos mala. Y es a ustedes a los que me dirijo para pedirles un esfuerzo más, porque ustedes tienen el poder suficiente para volver a hacer de España un sentimiento que lucir con orgullo en todo el mundo, incluso en el terreno de la economía.

En su afán por mejorar la competitividad, han llevado a cabo estrategias de deslocalización de la producción, esto es, han cerrado fábricas situadas en nuestro territorio, debido a que la mejora de los transportes y las comunicaciones, unido a la industrialización de otros países en vías de desarrollo, les han permitido fabricar o producir los bienes en esos países a un coste menor que si los produjeran en España. Quien dice producir, dice comprar.

Cuando ustedes fabrican o compran los productos a países donde su coste es más barato que en España, aumentan la productividad reduciendo costes, lo que repercute en un mayor beneficio económico para ustedes y una mayor solidez para sus empresas.

Este fenómeno, aumentado progresivamente durante las últimas décadas, ha disminuido considerablemente la actividad laboral en nuestro país, y ello, unido al pinchazo que sufrió el mercado de la construcción, ha traído a España el aterrador fantasma del paro, y todas las desastrosas consecuencias que se derivan de él.

Una de estas consecuencias es la bajada en el consumo. Esos millones de trabajadores que se han quedado sin empleo ven reducidos drásticamente sus ingresos, por lo que su capacidad de consumo disminuye y nos lleva a entrar en un círculo tan vicioso como peligroso: Menos consumo -> Menos facturación de las empresas -> Menos necesidad de personal -> Más paro -> Menos consumo.

No tengo que explicarles a ustedes lo difícil que resulta salir de un círculo así, y el gobierno y los políticos, entre corruptelas, impuestos y numerosos despilfarros, no contribuyen mucho a sacar a España de este pozo en el que cada vez nos hundimos más.

La clase trabajadora, los pequeños y medianos empresarios, los autónomos, los pensionistas... Aunque constituyen la gran mayoría de la sociedad española no son los que gestionan y organizan los pilares sobre los que se sustenta nuestra economía. Son ustedes.

Con sus decisiones y estrategias empresariales, pueden llegar a cambiar por completo este país y convertirlo en un referente mundial en creación de empleo, auténtica recuperación económica y, por qué no decirlo, responsabilidad nacional y verdadero patriotismo. Precisamente ese patriotismo que tiene que ver con la cartera.

No les pido que regalen su dinero a España, les invito a que inviertan en España. Les convoco a que vuelvan a traer sus fábricas a España, a que vuelvan a comprar a otras empresas españolas, a que dejen de importar, aunque les salga más barato y rentable, para desarrollar una estrategia basada en el consumo nacional, la producción interna y la exportación. Transformen España, aunque sus beneficios a corto plazo bajen. Ese es el patriotismo que les desafío a demostrar. Uno no demuestra su patriotismo luciendo una pulserita con la bandera, o poniendo una pegatina en el coche, o despotricando contra la independencia catalana. El verdadero patriotismo se demuestra con las cosas que cuestan. Muchos españoles han dado su su vida por su país, otros muchos la ponen a su servicio día a día. ¿Serán ustedes capaces de poner su capital al servicio de España?

Posiblemente opinen que el empleo que ya crean y los impuestos que ya pagan son muestras más que suficientes de patriotismo, pero la realidad económica que nos rodea hace innegable que esas contribuciones no son suficientes y que es necesario un esfuerzo aún mayor, un cambio de timón aunque sea para navegar a barlovento. Ahí es donde se forjan los buenos capitanes, así es como nacen los héroes.

martes, 2 de junio de 2015

Receta para cocinar un "Milagro de la recuperación económica a la española"

¡Hola amigos! Hoy vais a aprender cómo se prepara un "Milagro de la recuperación económica a la española". Es una receta muy muy sencilla, no hace falta ser un chef económico de prestigio para prepararla. Los pasos son muy sencillos:

- Se aprueba una reforma laboral que permita a las empresas echar a la gente por cuatro duros (y en muchos casos gratis). La reforma laboral debe de contener una parte importante de "contratación en condiciones precarias".

- Se deja que la reforma laboral vaya cogiendo gusto unos añitos. En ese tiempo (3 o 4 años son suficientes) las empresas despiden a la gente, los parados agotan su prestación por desempleo y cuando buscan y no encuentran, se van poniendo desesperados (vuelta y vuelta). Además, como la capacidad de gasto de la población, al crecer el paro, baja, la demanda de productos y servicios también baja, con lo que muchas empresas, al ver su volumen de ventas bajar, tienen que despedir a más gente o incluso cerrar. El objetivo es que la población tiene que quedar bien purgada de una clase media con sueldos dignos, justo a punto para el siguiente paso.



 - Ahora es cuando vamos a aprovechar las condiciones precarias para contratar de la reforma laboral. En las condiciones adecuadas de desesperación, la mayoría de la gente empieza a aceptar trabajos de mierda en condiciones draconianas, con la mitad de sueldo de antes de la crisis, y el empleo, mágicamente, comienza a repuntar.

- El nivel de competitividad de las empresas comienza a subir, el PIB, la facturación y los beneficios, en términos globales, repuntan, y los indicadores macroeconómicas apuntan a una "recuperación". La gente no se da cuenta de que las condiciones no mejoran si, por ejemplo, en una población de tres personas, donde la primera tiene 4, la segunda 3, y la tercera 2 (9 entre todos), la cosa pasa a que la primera tiene 9, la segunda 1, y la tercera 0. En términos generales, el cómputo global sube (ahora hay 10 en total), pero la situación para la mayoría es mucho peor que antes.



- Sazonamos al gusto modificando las condiciones para contar los parados, un poquito de manipulación mediática por aquí, otro poco de cortinas de humo por allá y ya podemos servir el "milagro de recuperación económica a la española".




¡Que ustedes se lo coman bien!