Translate

lunes, 31 de octubre de 2011

Crecí en los 80

El texto que os voy a poner a continuación no es mío. He tratado de averiguar su autor pero ya andaba por la red en recopilatorios de varios textos allá por febrero de 2001. Y antes no había nada. Parece que Google se empezó a emplear a fondo a partir de esa fecha. Trata sobre la generación que creció en los 80 (a la cual pertenezco) y la acompaño con un vídeo musical de El Reno Renardo sobre la misma temática, con aires heavyochenteros. Espero que lo disfrutéis.

"Reflexionando sobre aquellos años.

Este texto está dedicado a las personas que nacieron entre 1960 y 1975 (y antes). La verdad es que no sé como hemos podido sobrevivir a nuestra infancia. Aunque no todo el tiempo pasado fué mejor. Porque fuimos la generación de la “espera”; nos pasamos nuestra infancia y juventud esperando.

Teníamos que hacer “dos horas de digestión” para no morirnos en el agua, dos horas de siesta para poder descansar, nos dejaban en ayunas toda la mañana del domingo hasta la hora de la comunión para… todavía no sé para qué.

Pero… mirando atrás, es difícil creer que estemos vivos: Nosotros viajábamos en coches sin cinturones de seguridad y sin airbag, hacíamos viajes de 10-12 h. con cinco personas en un 600 y no sufríamos el síndrome de la clase turista.

No tuvimos puertas, armarios o frascos de medicinas con tapa a prueba de niños. Andábamos en bicicleta sin casco, eso sin contar con que hacíamos auto-stop. Más tarde en moto, sin papeles, y no la habíamos robado. Los columpios eran de metal y con esquinas en pico, y jugábamos a “lo que hace la madre hacen los hijos”, esto es a ver quien era el más bestia.

Pasábamos horas construyendo nuestros carros de rodamientos para bajar por las cuestas y sólo entonces descubríamos que nos habíamos olvidado de los frenos. Lo mismo hacían los más afortunados con los coches de pedales, pero tampoco tenían freno y les duraban 2 días. Después de chocar con algún árbol, aprendimos a resolver el problema. Jugábamos a “churro va” y nadie sufrió hernias ni dislocaciones vertebrales.

Salíamos de casa por la mañana. Jugábamos todo el día, y sólo volvíamos cuando se encendían las luces de la calle. Nadie podía localizarnos. No había móviles. Nos rompíamos los huesos y los dientes y no había ninguna ley para castigar a los culpables.

Nos abríamos la cabeza jugando a guerra de piedras y no pasaba nada, eran cosa de niños y se curaban con mercromina y unos puntos. Nadie a quién culpar, solo a nosotros mismos.
Tuvimos peleas y nos “esmorramos” unos a otros y aprendimos a superarlo.
Comíamos dulces y bebíamos refrescos, pero no éramos obesos. Si acaso alguno era gordo y punto.

Estábamos siempre al aire libre, corriendo y jugando. Compartimos botellas de refrescos, flashes líquidos, “minis” o lo que se pudiera beber y nadie se contagió de nada. Solo nos contagiábamos los piojos en el cole. Cosa que nuestras madres arreglaban lavándonos la cabeza con vinagre caliente.

Los sábados después de comer veíamos Heidi, y Marco. Nos encantaba, Orzowei, la casa de la pradera, Mazinger Z, Arfrodita… pechos fuera !!! recuerdas ?? Eso sí que era porno.

No tuvimos Playstations, Nintendo 64, vídeo juegos, 99 canales de televisión, películas en vídeo, sonido surround, móviles, computadoras ni Internet. Nosotros tuvimos amigos. Quedábamos con ellos y salíamos. O ni siquiera quedábamos, salíamos a la calle y allí nos encontrábamos.. Y jugábamos a las chapas, al peón, a las bolas, al taco, al rescate, al clavo…, en fin tecnología punta.
Íbamos en bici o andando hasta su casa y llamábamos a la puerta. ¡Imagínense!, sin pedir permiso a los padres, y nosotros solos, allá fuera, en el mundo cruel 
¡Sin ningún responsable!

¿Cómo lo conseguimos? Hicimos juegos con palos, perdimos mil balones de fútbol, y comimos pipas y aunque nos dijeron que pasaría, nunca nos crecieron en la tripa ni tuvieron que operarnos el apéndice para sacarlas.

Bebíamos agua directamente del grifo, sin embotellar y algunos incluso chupaban el grifo.

Íbamos a cazar lagartijas y pájaros con la “escopeta de perdigones”, antes de ser mayores de edad y sin adultos, ¡¡DIOS MÍO!!

En los juegos de la escuela, no todos participaban en los equipos. Los que no lo hacían, tuvieron que aprender a lidiar con la decepción. Algunos estudiantes no eran tan inteligentes como otros y repitieron curso. ¡Qué horror, no inventaban exámenes extra!

Veraneábamos durante 3 meses seguidos y pasábamos horas en la playa sin crema de protección solar ISDIN 15, sin clases de vela, de paddle o de golf, pero sabíamos construir fantásticos castillos de arena con foso y pescar con arpón.
Y ligábamos con las chicas persiguiéndolas para tocarles el culo, no en un chat diciendo “: )” ó “: D”.

Éramos responsables de nuestras acciones y arreábamos con las consecuencias. No había nadie para resolver eso. La idea de un padre protegiéndonos, si transgredíamos alguna ley, era inadmisible. ¡Ellos protegían las leyes!

Tuvimos libertad, fracaso, éxito y responsabilidad y aprendimos a crecer con todo ello. No te extrañe que ahora los niños salgan gilipollas. Si tú eres de los de antes. ¡Enhorabuena! Pasa esto a otros que tuvieron la suerte de crecer como niños, antes de que las APAS, abogados, legisladores, gobiernos y todo tipo de colectivos, ONG´s, etc. nos volvieran a todos unos imbéciles."


1 comentario:

  1. Mi gran CIBER_MAESTRO y mentor en esta nuevas tecnologías, no puedo más que corroborar tus sabias palabras. No cambiaría ni un segundo de la infancia actual por la que yo tuve, a pesar de las increíbles oportunidades de las que gozan mis hijos hoy en día.
    El respeto a mis profesores, a mis mayores, al bien ajeno y público, y tantas otras cosas que yo intento inculcar a mis hijos y que, degraciadamente, me hallo solo predicando en el desierto. Cuánto niñato con derecho a paternidad y botarate atiborrado de derechos y sin ninguna obligación nos queda que soportar...
    paciencia, Dios mío, paciencia...

    ResponderEliminar