Un contexto es el conjunto de todos los factores que influyen en el sentido de una cosa. La fe es la creencia en algo de cuya veracidad no tienes ninguna prueba física. Existen tantos contextos como fes (o feses, por favor, ese pedaso de de asistente de ortografía anónimo, que paso ahora de pararme a buscar). El problema es que cada fe da por cierto algo (dogma). Y muchos de esos algos son contradictorios y excuyentes entre sí, es decir, que si yo creo que mi dios es el verdadero (por ejemplo), el tuyo no lo es, ni tampoco el del resto. El caso es que la mayoría pensamos así, incluso los ateos. Y el problema es que, por sentido común, todos no podemos acertar en todo, con lo cual y a priori, tenemos dos opciones: o solo unos están en posesión de la verdad, estando el resto equivocado, o nadie está en posesión de la verdad.
A mí, personalmente, la primera opción, además de injusta, me parece bastante menos probable que la posibilidad de que todos nos equivoquemos. De todos modos, de entre todas, las alternativas simples son siempre las que menos posibilidades tienen de meter la pata. En este sentido, el ateismo parecer ser una de las opciones más seguras. ¿Qué hay más simple que afirmar que no existe Dios ni ningún otro orden superior o trascendente? Vamos, que no hay ná de ná y punto.
Encima, si a eso le sumamos la explicación que muchos sabios le dan al orgien y existencia de las religiones, la cosa se pone chunga para los creyentes, sean del bando que sean. Estos tipos piensan que existen varios factores que desencadenan la necesidad humana de creer en algo superior que comprenda justicia ultraterrena, sentido de la vida y orden universal (toma ya). Algo que mitigue nuestro dolor en momentos difíciles, que disipe nuestro miedo a la muerte, que alivie nuestra sensación de soledad y que le dé un sentido a tantas cosas incomprensibles que ocurren en el mundo.
Todas esas necesidades son las que esta gente creen que dan origen a la fe. Y la verdad, lógica no les falta, porque aquí casi todo el mundo se acuerda de Santa Bárbara cuando truena (o cuando ve que se avecina una tormenta del copón). Bueno, y algunos también se acuerdan de Santa Bárbara (cambiar por el santo, virgen, cristo, profeta o similar preferido) para el cachondeo y la juerga, o la pasión íntima de la emoción y el sentimiento religioso (léase esto último con tono de pregón de Semana Santa)... pero de arremangarse y echar una mano con los pobres y necesitados, de eso poquito, verdad?
Pues todo esto apunta a que tenemos fe pa lo que nos interesa y cuando no, simplemente la ignoramos, hacemos la vista gorda o hacemos alguna tontería a modo de placebo para autoconvencernos de que somos creyentes de verdad, cuando en el fondo sabemos que estamos a años luz de lo que se debería de ser para tener una mínima coherencia. Por tanto, la fe parece ser más la respuesta a una necesidad que a una pregunta (jo... de aquí a la hoguera... coño! pero si estamos en el s. XXI... bieeen! lo que cambia la cosa de una X a una V... ea, pos a tomá una servesita).
Bueno... el caso es que yo no me quería plantear ésto como una defensa del ateismo y un ataque a las religiones, sino como una forma de exponer lo que yo pienso, lo que a mí me parece que puede ser lo más parecido a la verdad. El caso es que en alguna parte he leido que la verdad sobre las cosas importantes y complicadas suele ser una especie de unión de los opuestos, osea, una versión basada en hacer compatibles ideas o conceptos que en principio son contradictorios. ¿Y cómo se hace eso? Uffff!!! Pues es una jartá de complicao... y, a la vez, sencillo :-)
La cuestión es que la razón sola no basta para similarlo. Hace falta también la intuición... el sentimiento... la imaginación... en fin, como queráis. ¿Entonces quiénes tienen razón? ¿Los ateos o los creyentes? Para mí, ambos tienen su parte de razón. ¿Cómo? Es una cuestión de conceptos, básicamente. Los ateos piensan que no existe ningún ser supremo creador del Universo, mientras que los creyentes afirman la existencia de Dios y de un orden superior que existe en todas partes pero que apenas podemos entender.
Existe una forma, en mi opinión, de compatibilizar todo esto, basada en lo que se conoce con el nombre de panteismo, que fundamentalmente consiste en la idea de que Dios es Todo, incluidos nosotros mismos. Es decir, todo el Universo, incluida la vida existente en él, la energía y todo aquello que desconocemos (aproximadamente el 99,9(signo de periódico)%) es Dios. Y todo está, de alguna manera, interconectado, relacionado, funcionando de forma conjunta. Como funcionaría un sistema, un mecanismo... o como vive un ser vivo.
Bajo este punto de vista, los ateos aciertan a la hora de negar un Dios tal y como está enfocado en la mayoría de las religiones, en las que se distingue al Creador de la Creación. Y los creyentes aciertan también al decir que Dios está en todas partes, que todos somos "hermanos" y, a la vez, sus "hijos", que Dios está en el interior de todos nosotros, como nuestras células son contenedoras de la información genética que define al cuerpo entero del que forma parte.
Precisamente y tomando ese símil como ejemplo, nosotros seríamos "células" de Dios. Cada una que nace, cumple su función, viviendo, para luego morir. Las razones de ese Dios en el que vivimos y estamos inmersos se nos escapan casi por completo, de la misma manera que ninguno de mis glóbulos rojos tiene idea del tipo de problemas que he podido tener con la hipoteca, en el trabajo o con las mujeres. Él, pobrecito, solo se encarga de llevar el oxígeno de un sitio a otro. Únicamente sabe que a veces lo tiene que hacer más rápido, pero no tiene ni idea si la razón es que estoy corriendo por la orilla del río, que estoy a punto de entrar en una entrevista de trabajo o si le estoy dando el primer beso al amor de mi vida.
Pues algo así, pienso yo, que nos puede pasar a nosotros. Vivimos solo conscientes de nuestro mundo más inmediato, inmersos de nuestros problemas, confusos, impotentes, sin entender por qué "Dios" nos "quita" a nuestros seres queridos, y nos envía enfermedades cambio, por poner un ejemplo. Cuántas almas levantan la vista al cielo ante el dolor de la tragedia y gritan ¿por qué? Pues lo llevamos claro si esperamos algún tipo de respuesta, y no por que no exista, sino porque no va a caber en nuestras cabecitas. Y si no os dais por satisfechos con esta aclaración, tratad de explicarle a uno de vuestros glóbulos rojos (de manera que lo entienda) la mezcla de sentimientos de terror, emoción, felicidad... que sentís cuando estáis besando por primera vez a alguien de quien estáis enamorados.
Es por eso que también para aceptar la concepción panteista del mundo, también hace falta fe, o al menos, la resignación a muchos misterios que nunca vamos a poder comprender.
Lo malo es que, aunque toda esta versión de la Verdad me parezca más coherente que el resto, aunque cumpla con los criterios de eclecticismo y sincretismo existencial debidos, aunque picotee de todos sitios sin mojarse en ninguno, ésta versión me sigue sonando a respuesta a una necesidad... la necesidad de satisfacer a este insaciable depredador que es mi curiosidad.
Así que... ea, otra forma más de fe en el mundo. ¿Alguien da más?
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